El abanico responde a una estética plenamente romántica. Los denominados «abanicos isabelinos» se desarrollarán durante el reinado de Isabel II y tendrán unas características identificativas destacadas.
Durante el siglo XVIII la ciudades seguían el ámbito ideal de convivencia ritualizada. En las plazas, calles y rincones la gente se encontraba para conversar, mercadear, celebrar actos públicos y espectáculos festivos. El tiempo que la población dedicaba a su divertimento era proporcional a la categoría social a la que perteneciese.
La nobleza rentista y urbana pasaba los abundantes ratos de ocio cazando, paseando, practicando juegos de azar o asistiendo a funciones de teatro, bailes y mascaradas. Pero el pueblo llano ocupaba su escaso tiempo libre en juegos, chismorreos, bailes y comedias. En las clases bajas se mantenían vivas las tradiciones regionales que se distinguían por su apasionamiento y espontaneidad.
Los encuentros sociales en actos públicos fueron el contexto apropiado para que las damas mostrasen sus nuevas adquisiciones de la moda y los complementos.
Los países están hechos para ser decorados y esto dependerá mucho de la moda del momento, del país y de las calidades del abanico.
ABANICOS PINTADOS
La pintura de los países puede hacerse o montarse sobre las guías, lo que necesita un alto grado de precisión para que los rostros y las partes llamativas destaquen y nunca coincidan con la doblez del pliegue. Muchas veces la consecución de un abanico dependía de varias manos, unos se dedicaban a las escenas y figuras protagonistas, mientras que otros rellenaban los márgenes laterales con otras formas.
Cada artista aplicaba distintas manos de pintura en las que iba obteniendo progresivamente el efecto deseado, mezclando y perfeccionando poco a poco. Al final del proceso se llevan a cabo los detalles menudos usando pinceladas de miniatura, pintados o dorados. La figuras se podían retocar con finas líneas en blanco y se utilizaba el oro para resaltar flores, medallones o ribetes. Los abanicos más perfectos son los que consiguen efectos de sorprendente verismo y para ello usaban muchas veces polvo de nácar o mica y paja de color.
ABANICOS IMPRESOS
Los abanicos impresos tienen su origen en Inglaterra, pero pronto se exportarían a Francia, España y América. En el periodo Neoclásico se popularizaron como vehículo de propaganda de las ideas revolucionarias, con lo que de esa manera se hacían tiradas numerosas y de fácil ejecución.
A comienzos del siglo XIX las estampas típicas que se llevaban a cabo en Inglaterra dejaron de enmarcarse y se prolongan pintándose el paisaje que las rodeaba. Se mezcla el efecto estampillado con el posterior retoque que se le da para resaltar partes y aplicar zonas doradas.
TEMÁTICA EN LOS PAÍSES
Encontramos que las alusiones al mundo rural en los abanicos ingleses y holandeses son muy comunes, con retazos de la vida del campo, tratados con tono realista, pero amable. Muchas veces se puede conocer gracias a ellos como era la forma de vida, las costumbres y las tradiciones de estos sectores de la sociedad. Así mismo, las figuraciones campestres serán tan comunes en Inglaterra como en Francia, pero en las inglesas encontramos mostrarán de la realidad lo más pintoresco, añadiendo en ocasiones incluso retazos de fantasías, aunque siempre comedidas.
En muchas ocasiones este tipo de países presentan una mezcla entre la realidad rural y evocaciones ideales, por la disposición de las figuras en el plano. Aparecen escenas donde los personajes realizan poses más que simples posturas. Se observa la riqueza de los ropajes que llevan como si de una gran gala se tratase.
Hay que destacar un interés que se desarrolla por los asuntos intimistas de la pujante sociedad burguesa del siglo XIX. La nueva mentalidad perromántica se interesará por los estados de ánimo de los particulares y porla familia. Aparecen así escenas intimistas y familiares. En las escenas laterales figuran escenas amorosas, donde se pueden ver a un hombre y una mujer en actitud cariñosa, como un subtema dentro de la composición del abanico. Las escenas galantes que se recogen pueden parecer con instrumentos musicales, incluso tocados por angelotes.
Las escenas galantes campestres con parejas con atuendo dieciochescos que charlan relajadamente son muy características de este estilo y aparecen en varias escenas.
Las escenas dieciochescas serán muy características en los abanicos
isabelinos, acompañados por orlas pintadas y doradas a base de rocallas. Suelen destacar escenas de gran colorido, que buscan lo decorativo y lo vivo, donde se busca movimiento y perspectiva en las figuras y en la escena.
VARILLAJE
El abanico aristocrático era considerado un objeto suntuario, por lo que cada vez se presta una mayor atención a los varillajes. En los abanicos isabelinos es muy característico encontrar un tipo de varillas bien sean en hueso, nácar o en marfil, muy elaboradas. Éstas suelen aparecer caladas, grabadas y doradas e incluso representando formas concretas como pueden ser medallones y formas florales. Es característico que la fuente ocupe los 2/3 del total de la altura del abanico, para destacar la labor realizada en el soberbio varillaje.
Destacarán las varillas, ya que suelen ser gruesas y con hombros redondeados, una forma muy propia del estilo Isabelino de mediados de siglo, que deja espacio para incluir puntos o pequeñas figuras perforadas.
El marfil fue el material más exótico, ya que era predilecto por su facilidad de trabajar y muy conocido en Europa desde la Edad Media. Procede de las defensas del elefante, y se importaba desde las costas de África y parte de Asia. Se cortaba en sentido longitudinal, sometiéndose al proceso de secado que le proporcionaba la tonalidad blanquecina característica. Su densidad, lustre y finura lo hacían más estimado que el hueso, por eso durante el siglo XVIII fue el material predilecto de damas y caballeros de alcurnia.
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