Las piezas de cristal

El cristal es la más seductora y misteriosa de las materias. Ya desde tiempos antiguos en la región de Mesopotamia, se llevaron a cabo los primeros objetos de vidrio. Éste era trabajando sobre un núcleo de arcilla alrededor de una varilla de metal. Se introducía después en el horno y se convertía en líquido al fundirse. Una vez que la pieza se había enfriado, ésta se pulía por fuera. También se usaban para hacer vasijas. Más tarde, en el siglo I a.C., se inventó la técnica de soplar el vidrio. Esta técnica hizo posible la fabricación de gran cantidad de objetos útiles. Con ellos se satisfacía la demanda de la sociedad romana del momento.

Los inicicios del cristal

Los primeros vidrios se harían añadiendo una mezcla de sílice (dióxido de silicio, uno de los principales componentes de la arena) y cal sosa o potasa. Este polvo, mezclado, se fundía al calentarse  y se convertía en un líquido. Éste podía moldearse, estirarse o laminarse en una infinita variedad de formas. Esta fórmula siguió inalterable hasta el siglo XVII, cuando George Ravenscroft  inventó en Inglaterra el cristal de plomo. La adicción del dióxido de plomo daba como resultado un vidrio de gran transparencia  y sonoridad. Tras varios intentos fallidos se consiguió estabilizar la mezcla y la industria cristalera despegó. Se asentaron de esta manera las bases para la expansión de la  fabricación de vidrio por toda Europa. Durante el siglo XVIII el continente y los Estados Unidos se disputaban los vidrieros ingleses e irlandeses.

Desde el momento en el que el vidrio se pudo moldear se convirtió en el más maleable de los materiales. Durante las diversas etapas se podía tratar de diversas formas. Podía tratarse como un líquido o bien como una piedra susceptible a cortarse, grabarse o tallarse. También se podía hilar como la seda o con paredes gruesas, brillantemente coloreado o transparente, y las aplicaciones son variadísimas, tanto para objetos decorativos como para funcionales.

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Características del cristal

Desde el punto de vista físico, el vidrio es una sustancia líquida sobrefundida y solidificada. El vidrio es una sustancia dura, no cristalina, frágil, de aspecto translúcido y en la mayoría de los casos transparente. También puede ser coloreada para conseguir efectos decorativos diversos. El hombre se ha valido de este material para tratar de imitar las diversas vitrificaciones que presenta la naturaleza, tales como el cuarzo, la cornalina, el ágata, el jaspe, la obsidiana y el cristal de roca.

Esta  búsqueda constante llevó primero a intentar  reproducir con vidrio piedras semipreciosas, como la turquesa o la malaquita, a fin de incrustarlas en joyería, pero reduciendo el coste de la misma. Poco a poco se fueron desarrollando innovaciones y los artesanos vidrieros perfeccionaron sus técnicas. Consiguieron entonces fabulosas recetas de alquimia, el vidrio incoloro e incluso el cristal de plomo, que logra simular, casi a la perfección, la transparencia del cristal de roca, tan apreciado y tan caro, consiguiendo así un material mucho más barato.

La mezcla de componentes

El vidrio surge de la fusión a alta temperatura de una mezcla de sílice o arena sílica con un álcali terroso o carbonato de calcio y con un carbonato de sodio, sosa o potasa, dentro de un reactor de fusión. Se deben de reunir 2.5 partes de sílice por una de fundente. Un exceso de bases haría que el vidrio fuese demasiado fluido, y por tanto impropio para el trabajo. Al mismo tiempo  un exceso de sílice conduciría a la desvitrificación. Como resultado de la presencia de uno de los dos carbonatos, el vidrio varía en su aspecto. Variaciones que se aprecian según la época y la zona geográfica en que fue elaborado. En la antigüedad el vidrio era de base sódica, similar al que se produjo en Venecia durante los siglos XV al XVIII.

El punto en que la mezcla vítrea pasa de estado sólido al líquido viscoso, varía entre los 1’300 y los 1’500 grados centígrados. Una vez realizada la mezcla, alcanza de forma gradual la consistencia sólida. Esto se consigue mediante un proceso de lento enfriamiento hasta adoptar su aspecto característico de material sólido transparente. El vidrio se modela en caliente, en el poco tiempo en que se conserva entre el rojo amarillo y el rojo naranja. El proceso de recocido debe ser extremadamente lento, para impedir con ello la cristalización de los silicatos presentes en la mezcla. De no ser así, se puede originar una disminución sensible en la transparencia del vidrio, volviéndolo opaco y expuesto a romperse por impacto térmico. La curva de enfriamiento depende del espesor, así como del tamaño de la pieza.