Ramón Silvestre Verea Aguiar y García (Curantes-A Estrada, 11/12/1833 – Buenos Aires, 06/02/1899) fue un ingeniero e inventor que también se dedicó al periodismo y la escritura. Comenzó su formación en su parroquia de San Miguel de Curantes en el «Concello de A Estrada» de mano de su tío, Francisco de Porto, sacerdote para a los 13 años trasladarse a Santiago de Compostela donde permaneció 6 años en el Seminario Diocesano hasta que, por múltiples causas, emigró a Cuba en 1855 con tan sólo 19 años.
En esta primera etapa de su vida fuera de Galicia trabajó como profesor y escribió sus dos primeras novelas y además se familiarizó con el idioma inglés. En cuba ingenió su primera máquina que posteriormente sería patentada y vendida en EEUU. En 1865 se traslada a New York donde trabaja unos años como traductor para fundar su propia imprenta en el año 1875.
Pero, cuál fue su gran ingenio?
También funda ese mismo año la «Agencia industrial para la compra de maquinaria y efectos de moderna invención» e ingenia lo que sería la primera máquina de multiplicación directa, la precursora de la calculadora moderna y por tanto un gran avance en el campo de la computación.
La «Verea Direct Multiplication Machine» era la primera máquina capaz de realizar cálculos directos, es decir, sin recurrir a una concatenación de sumas. Se basaba para ello en un sistema ingeniado por el norteamericano Edmund Barbour y era capaz de realizar operaciones con un multiplicador de 9 cifras y 15 en el producto en unos 20 segundos y pesaba unos 22 kg.
Verea Direct Multiplication Machine |
Nunca se llegó a comercializar ya que como el mismo escribió en el rotativo Herald de New York «Mis móviles fueron, 1º, un poco de amor propio; 2º, mucho de amor nacional: el deseo de probar que en genio inventivo, un español puede dejar atrás a las eminencias de las naciones más cultas; 3º, el afán innato de contribuir con algo al adelanto de la ciencia; y 4º, y último, un entretenimiento acorde con mis gustos e inclinaciones»
Su pantente es la 207.198 y se puede conseguir facilmente en la Oficina de Patentes de EEUU o también, como no, en el todopoderoso Google.
Uno de los prototipos de este ingenio se puede ver, junto con los planos originales en las oficinas centrales de IBM en White Plains formando parte de la colección que su fundador, Thomas Watson, comenzó en 1930.