El Impresionismo

El Impresionismo es un movimiento artístico ubicado en Francia en el último tercio del s. XIX que causó una revolución visual junto con la aparición de la fotografía.

Unas décadas antes el realismo cobraba fuerza con la intención de plasmar una visión crónica y veraz del mundo. Muchas de las obras que podemos clasificar como realistas dan la sensación de instantaneidad, elemento que también compartirá el impresionismo, pero de una forma distinta; y es aquí donde podemos observar un cambio de paradigma. La esencia de este movimiento radica en la impresión, pintar lo que el artista ve y siente sobre lo que ve. Debido a este principio, no hay una gran unicidad entre los artistas de este movimiento, ya que es tremendamente subjetivo y cada uno destaca por un estilo propio, diferenciado por la pincelada o uso personal del color, entre otros.

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El puente japonés (Monet-1899)

Sin embargo, hay una serie de características comunes que podemos destacar para dibujar los límites de este movimiento para una mayor comprensión, como pueden ser el gran interés por la luz y como configura el mundo, en lugar de la profundidad y la volumetría asociadas al realismo. Otro elemento a destacar es la huida del estudio y la salida al exterior a pintar paisajes naturales. La naturaleza cobra tal relevancia que son los pintores los que se acercan a ella. Por otro lado, es común ver ilustradas escenas de la vida parisina presentadas a través del ambiente flâneur, paseos por los amplios bulevares de la ciudad, bailes en cafés, picnics en los jardines…

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Baile en el Moulin de la Galette (Renoir-1876)

Es curioso que el término impresionista surgiera como un insulto de las instituciones establecidas de arte hacia esta nueva forma de concebir la pintura. De esta forma, artistas como Monet o Degas, entre otros, decidieron montar sus propias exposiciones.

Gracias a avances científicos e invenciones del s XIX, estos artistas tuvieron la libertad de experimentar con colores complementarios. Por ejemplo, Renoir en Paseo en bote en el Sena (imagen 2), coloca un esquife naranja sobre el agua de un azul cobalto. Dado que estos dos colores se entienden como contrarios, al colocarlos juntos hacen resaltar al otro, resultando en un efecto de color más brillante y profundo.

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El esquife La Yole (Renoir-1875)

La pintura impresionista ha cobrado un gran valor a lo largo del tiempo. Prueba de ello lo podemos ver con la obra el Baile en el Moulin de la Galette, también de Renoir, data de 1876 y representa una escena típica del movimiento. Fue vendida en 1990 por 141,5 millones de dólares, aunque hoy en día se encuentra en el Museo de Orsay de París.

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Fuente:

https://www.nationalgallery.org.uk/

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Imágenes:

http://artmuseum.princeton.edu

https://commons.wikimedia.org/

https://www.nationalgallery.org.uk/

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ARTÍCULO DE : MARTÍN SOUTELO AMOEDO