CERÁMICA DE MANISES; UN CASO ESPECIAL: LA CERÁMICA DE REFLEJO PLATEADO SOBRE COBALTO

LA CERÁMICA DE MANISES

La cerámica de Manises tiene su origen en la cerámica de reflejo metálico de la época musulmana, y es que, tras la conquista de la península ibérica por los musulmanes (711 d.C.), las artes decorativas se vieron influenciadas por la rama oriental, y tanto los marfiles, como los tejidos y la cerámica, destacaron por su gran calidad.

LOS ORIGÉNES DE ESTA CERÁMICA TAN ESPECIAL

Previa a esa conquista, la cerámica de reflejo metálico ya se utilizaba en otros lugares como Persia o Mesopotamia, y aquí, en la península, fue de gran importancia durante la época del Califato, y posteriormente, durante la época Nazarí, convirtiéndose la ciudad de Málaga en su principal centro productor, y desde donde se difundió, allá por el siglo XIV, a Manises (Valencia), Paterna, y ulteriormente a Reus, Muel y Barcelona.

Plato hondo, Manises s. XVIII Denominado de “reflejo dorado” Medidas: 38 cm. Sin firma Colección particular

El desarrollo de la cerámica levantina se inicia en torno al año 1304, durante el reinado de Jaime II, cuando los señoríos de Manises y Paterna, fueron comprados por D. Pedro Boil, embajador de Juan I en la corte de Granada, estableciendo en ellos, la cerámica de reflejos importada por los musulmanes, y desplazando a muchas ceramistas nazaríes a sus tierras, hasta llegar a convertir a Manises, el centro productor de cerámica más importante de la Edad Media.

UNA CERÁMICA MARCADA POR EL COLORIDO

Allí, desde hacía tiempo, los alfares estaban en manos moriscas, que realizaban una loza en azul cobalto sobre baño estannífero, o en verde y manganeso, pero dedicadas fundamentalmente al consumo local. Sin embargo, tras el asentamiento del nuevo núcleo ceramista, la producción más demandada, era la que ahora conocemos como Manises, y especialmente, la loza dorada, tanto que llegó incluso a exportarse.

MÁXIMO APOGEO DE LA CERÁMICA VALENCIANA

Y es que el momento de máximo apogeo para la cerámica fueron los siglos XV y XVI, coincidiendo, además, con el auge comercial de Valencia, convertida en el primer puerto del Mediterráneo. Así, fue como llegaron una gran cantidad de piezas ceramistas a las grandes familias italianas de Nápoles, Florencia, Siena o Venecia, supliendo a las vajillas de oro y plata. También los papas Alejandro VI y Calixto III, solicitaron a menudo loza y azulejerías del levante para las salas del Vaticano.

En menor medida, llegaron también piezas a los Países Bajos, donde a menudo fueron reflejadas por los pintores flamencos, como en la tabla central del Tríptico Portinari de Hugo van der Goes, hoy, en la Galería Uffizi de Florencia, así como en algunas otras de Jan van Eyck.

Y DECADENCIA

En los siglos XVII y XVIII, vemos como en la cerámica de Manises, se aprecia una máxima decadencia en su fabricación, hasta el punto de evolucionar hacia series mucho más populares, por lo que se empieza a reducir los tamaños de los objetos, adaptándose a formas funcionales, y buscando una resistencia mayor, para la cual se realizan piezas más gruesas.

UNA DECORACIÓN PERFECTAMENTE RECONOCIBLE

Por lo que respecta a la decoración, el color dorado tiende ya a unas tonalidades rojizas, y en cuanto a los motivos decorativos, los más frecuentes fueron lo que se conoce como hojas arriñonadas y aserradas, cubriendo por completo la pieza. Y al igual que en siglos anteriores, la ornamentación con imbricaciones o escamas, así como el tema de las hojas clavelinas, se repitieron incansablemente.

Cerámica de Manises, 1920-30 Cerámica historicista de reflejo verde sobre azul cobalto Medidas: 36 cm Sin firma Colección particular

Por otro lado, y en lo que se refiere, a la representación figurada, se limitó a animales aislados como gallos, águilas, pardalots o pájaro de San Juan, dibujados con los ojos muy abiertos, y ocupando casi por entero la superficie de la pieza.

En el siglo XIX, la cerámica de Manises continuó con sus producciones clásicas, aunque de menor calidad, y dio comienzo a la elaboración de piezas populares, como los conocidos platos de “demandá”.

UN CASO ESPECIAL: LA CERÁMICA DE REFLEJO PLATEADO SOBRE COBALTO

Las piezas de cerámica historicista de reflejo plateado sobre cobalto es muy poco conocida y muy apreciada. El ceramista que patentó el reflejo plateado fue José María Gimeno Planelles en 1925, aunque también lo produjeron otras fábricas maniseras como la de Juan Bautista Huerta. Lamentablemente es altamente complicado saber el taller concreto de la mayoría de las piezas de esta serie, ya que muchas no llevan marca alguna en la parte trasera.

Estas producciones se alargan en el tiempo desde los años 20-30 hasta la década de 1950 y son, concretamente, reproducciones inspiradas en perfiles y diseños renacentistas (los motivos son inventados y propios de principios del siglo XX).

Cerámica de Manises, 1920-30 Taller de Jose María Gimeno Cerámica historicista pintada en verde aceituna sobre azul cobalto Medidas: 37 cm Colección particular

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