La Perla “Peregrina” se tiene por la mejor perla del mundo. Considerada única por su tamaño, la forma de lágrima y su brillo nacarado. Fue llamada así, no por el largo viaje que ha recorrido, sino por el significado aportado por esta palabra, que cuando se acuñó hacía referencia a la joya como “rara, caprichosa y especial” (las perlas en forma de lágrima son muy escasas). Es también una de las joyas más polémicas e icónicas de nuestro tiempo, pues perteneció a la corona española y a la mítica actriz Elizabeth Taylor.
¿CUANDO FUE DESCUBIERTA LA PERLA PEREGRINA?
La famosa perla fue descubierta en 1515 por un esclavo africano en Panamá, a quien el hallazgo le valió la libertad. Diego de Tebes, el aguacil de Panamá, años después, ofreció la pieza al Rey de España Felipe II. La perla fue prendida de un broche junto con el también famoso diamante “El Estanque”, una piedra preciosa con forma de cuadrado y azul cerado.
Sin embargo, hay quien piensa que la perla es mucho más antigua. Posiblemente fuera entregada a los españoles en señal de vasallaje por el cacique de la Isla de las perlas (Panamá) en 1515, y fuera comprada por un comerciante español al que a su vez se la compró un gobernador con la intención de regalársela a su esposa. Después de dieciséis años la vendió a Isabel I de Portugal, esposa de Carlos I. de esta manera llegaría como herencia a su hijo Felipe II.
DIGNA DE REINAS
Desde ese momento en que la perla se hizo un hueco en la realeza española fue lucida por las sucesivas reinas que ocuparon el trono. La perla “Peregrina” se convirtió en un objeto de deseo de la realeza de la época. Hubo muchas reinas que la lucieron, como Margarita de Austria-Estiria, retratada por Velázquez luciendo la joya, Isabel de Borbón o María Luisa de Parma.
Durante mucho tiempo se creyó que la primera reina en portarlo fue la británica María Tudor, antigua esposa de Felipe II, pero investigaciones recientes han demostrado que la joya que podemos ver en algunos retratos de la reina, se trata de otra similar.
Isabel de Borbón pintada por Velázquez en 1620 con la perla “Peregrina” colgando de su cuello
Detalle del retrato de Felipe III a caballo de Velázquez donde podemos ver la perla colgando de su sombrero
DE ESPAÑA A FRANCIA… DE FRANCIA A ESTADOS UNIDOS… DE ESTADOS UNIDOS A FRANCIA DE VUELTA
La “Peregrina” formó parte de la corona española hasta 1808, momento en que José Bonaparte se apropió de ella al igual que el resto de las joyas de los Borbones. La perla fue enviada a su esposa Julia Clary a París. Sin embargo, años después, cuando perdió el trono español, el matrimonio se separó y Bonaparte marchó a Estados Unidos con su amante y la perla, que una vez más estaba lista para un nuevo periplo.
Evidentemente, aquí no acabó todo. Cuando José Bonaparte regresó a Europa, volvió a traerse consigo la preciada perla, e incluso, dejándola en testamento a Napoleón III, cuando regresó nuevamente a Paris. Fue este último quien debió venderla hacia 1848 al marqués de Abercorn, cuya esposa la lució en París durante un baile de las Tullerías.
UN REGALO DE AMOR
Después de pertenecer al marqués inglés, la perla fue adquirida por una firma de joyeros de Londres, hasta que en 1969, la “Peregrina” salió a subasta por la firma Parke Bernet de Nueva York. Entre los pujantes estaba Alfonso de Borbón Dampierre, que pretendía regalar la joya a su abuela Victoria Eugenia.
Finalmente, el lote fue adquirido por 37.000 dólares por el actor Richard Burton, quien quería regalar la famosa y viajada perla a la actriz Liz Taylor, de la cual estaba enamorado, por su 37 cumpleaños. Podemos verla luciendo la joya en la película Ana de los mil días, donde interpretaba a Ana Bolena.
En ambas imágenes podemos ver a Elizabeth Taylor llevando la perla “Peregrina”. La primera imagen corresponde a un fotograma de la película Ana de los mil días.
EL FIN DE UN LARGO TRAYECTO
A la muerte de la actriz en marzo de 2011, la perla salió a subasta con un precio de entre dos y tres millones de dólares en Christie´s (Nueva York). Termino adquiriéndose por 11, 5 millones de dólares, unos nueve millones de euros. Fue el precio récord de la subasta.
Antes de la venta final pudo ser exhibida en Madrid en septiembre del mismo año, dentro de una gira que incluía varias capitales del mundo. La perla, bien llamada “Peregrina”, no solo por su rareza y forma única, pudo dar su último gran viaje al mundo, desde que fuera encontrada allá por el siglo XVI…
¿Quién iba a decir que una pequeña partícula nacida del interior de un molusco iba a llegar a convertirse en una pieza de inigualable hermosura propiedad de reinas?