Este tipo de lámparas ayudan a redondear la decoración de determinadas zonas de la casa como los salones, el recibidor a una estancia de un tamaño medio-grande y además brindan una luz indirecta que normalmente es suficiente para una amplia zona de la casa.
La decoración de este tipo de objetos, muy acorde con el estilo al que pertenecen están casi siempre inspiradas en motivos florales y animales, formas que no se utilizan como simple adorno sino que se convierte en un medio para definir la forma que es siempre viva, armónica y dinámica. El entusiasmo por el ornamento adquiere así otro significado, se trata de algo más que una simple decoración. Deja de ser un síntoma para transformarse en un símbolo: la función convertida en placer estético.
Hay que tener muy presente que América durante casi desde el principio de su occidentalización copia formas europeas, le gusta y se encarga tanto de realizar piezas a semejanza como trasladar a ese país piezas genuinamente europeas. Las piezas se conocen sobretodo gracias a las exposiciones internacionales, y revistas, lo que contribuye a la rápida difusión de las formas ondulantes y vegetales del estilo modernista europeo. Pero, en cuanto a técnica fue superior muy pronto la americana, debido también en gran medida a que muchos inmigrantes decidían poner rumbo al gran continente. Autores americanos como Louis Tiffany llevan a cabo unas características lámparas cargadas de formas vegetales y colorido, acorde con el movimiento,muy admiradas en su tiempo e, incluso, hoy en día.
El siglo XIX, técnicamente hablando, habría un gran avance en técnicas de fabricación de este material, ya que se presta muy bien a la decoración basada en formas y sobre todo en colorido de esa época. El color hacía que el objeto fuese atractivo a un público cada vez más exigente. Se consigue que las lámparas sean como una auténtica obra de arte, llenas de colorido y belleza.