El tapiz de la Dama y el Unicornio expuesto en el Museo Nacional de la Edad Media de Cluny continúa siendo una obra cargada de misterio. Compuesto por una serie de seis tapices que se han venido relacionando con los placeres sensoriales, protagonizados por una dama y un unicornio sobre un fondo floral, la obra fue realizada para un alto funcionario de extracción burguesa, Jean le Viste, hacia 1484-1500, probablemente como regalo de bodas.
Su significado es todavía objeto de variadas hipótesis, siendo la más extendida la que relaciona cada una de las escenas con alegorías de los cinco sentidos; la última escena, presidida por la inscripción Á mon seul désir, Mi único deseo, correspondería con la renuncia de la dama a los placeres temporales/terrenales, simbolizada por la imagen de la dama guardando sus joyas en un pequeño cofre.
La disposición adoptada por el Museo Nacional de la Edad Media de Cluny ordena las escenas de acuerdo a la hipótesis desarrollada en 1978 por A. Erlande-Branderburg, del siguiente modo: Vista, Oído, Gusto, Olfato y Tacto, dejando el tapiz de À mon seul désir como escena que sintetiza el conjunto.
Sala del Tapiz del unicornio en el Museo de Cluny. Fuente: Musée de Cluny
Estudios más recientes proponen una vuelta de tuerca a toda la significación del conjunto. Inspirados en los textos del romance cortés Román de la Rose, escritos por Guillaume de Lorris entre 1225 y 1240, se toman como referencia las diferentes etapas de la seducción amorosa, dándole a la dama el papel de estratega en la conquista amorosa; el unicornio representa en este sentido, la figura del joven e inexperto caballero que cae en las redes que hábilmente le tiende la dama. Se trataría, en cualquier caso, de una reelaboración de la creencia medieval de que la legendaria figura del unicornio, o licornio, únicamente podía ser capturado utilizando a una joven virgen como cebo. Un buen ejemplo de esta práctica queda recogido en los tapices de la Caza del unicornio, elaborados entre 1495 y 1505 en un taller flamenco, y albergados en los Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York
Según esta nueva reinterpretación el orden de los tapices sería el que sigue:
1) Oído (La cortesía)
La dama atrae y amansa a los animales tocando un órgano, habilidad musical propia de una joven noble.
El Oído. Fuente: JOUBERT, F., La tapisserie médiévale, París, Musée National du Moyen Âge, 2002.
2) Olfato (La belleza)
La dama aparece confeccionando una guirnalda de flores, según la costumbre para entregársela posteriormente a un joven caballero. Aparece la figura de un mono, símbolo medieval de la sexualidad, que tendrá una presencia cada vez mayor en las siguientes escenas.
El Olfato. Fuente: Ibíd.
3) Gusto (Juego amoroso)
En esta escena la dama pretende despertar los celos del caballero (el unicornio) ofreciendo golosinas a un loro próximo a ella y rodeada de diversos animales que representan a todos aquellos jóvenes galanes que aspiran a conseguir su amistad.
El Gusto. Fuente: Ibíd.
4) Deseo (Manifestación del deseo)
La tienda con la divisa Á mon seul désir sirve como marco perfecto para ilustrar el deseo que siente el unicornio por la dama, presto ya a la entrega su enamorada.
Á Mon seul désir. Fuente: Ibíd.
5) Vista (Seducción)
La dama aparece sin su sirvienta, sentada en medio de la escena tendiendo un espejo al unicornio, apoyado en su regazo. En un ambiente privado, la dama ha atrapado al caballero en sus redes. En lugar del mono observamos la presencia de una pantera que simboliza igualmente la seducción y sensualidad, toda vez su olor sería irresistible para el unicornio.
La Vista. Fuente: Ibíd.
6) Tacto (Conquista del ser amado)
En pie, victoriosa, empuñando el estandarte y sujetando con la otra mano el cuerno del unicornio, la dama ha conseguido por fin su propósito. Los animales aparecen ahora en actitud dócil e inofensiva, domesticados por la mujer. La conquista amorosa ha desembocado en el matrimonio como contrato que priva al unicornio de su libertad absoluta para comprometerse con su señora. Curioso presente para celebrar un matrimonio.
El Tacto. Fuente: Ibíd.
UN TAPIZ MUY ESPECIAL…
Desde el punto de vista artístico, el tapiz representa unas imágenes bastante inusuales en los tejidos medievales. Éstos normalmente se componían de alegorías al mundo caballeresco, abundando las escenas de caza, en una clara tentativa de reafirmar el rango de personajes que no son ya nobles sino burgueses enriquecidos. Los símbolos de caballería que enarbolan los animales en la Dama y el unicornio, dan buena cuenta de esa intencionalidad de revestir al cliente de dignidad caballeresca. Son abundantes, igualmente, los tapices alusivos a las escenas más cotidianas de los trabajos agrícolas.
Tapiz de la caza de Devonshire: caza de nutria y cisne (1430-1440).
Fuente: https://www.vam.ac.uk/articles/the-devonshire-hunting-tapestries
¿CÓMO Y CUÁNDO SE HIZO?
En cuanto a la técnica, en un principio la producción textil se organizó en París, pero ya en el siglo XV otras ciudades comenzaron a alcanzar popularidad en el sector. En el último cuarto del siglo XV, al amparo de los duques de Borgoña, quienes favorecieron el traslado de la actividad a las ciudades de los Países Bajos, Bruselas se coronó como centro artístico textil hasta 1520 aproximadamente.
Tapiz de La Vendimia (s. XV, Museo de Cluny) Fuente: JOUBERT, F., op. cit.
La Dama y el unicornio se circunscribe dentro de los llamados tapices millefleurs. Estos tapices de mil flores presentan un preciosista fondo sembrado de plantas o ramas en flor de manera superpuesta, sin un sentido de profundidad. Un telón sobre el que pueden aparecer motivos diversos como personajes, animales, armas…
Si bien es cierto que no existe ningún tapiz idéntico, no podemos advertir que la serie de la Dama y el unicornio fuese ya sobresaliente en su tiempo. Su tema genérico y la presencia notoria de elementos heráldicos, la obra resulta ideal para ese cierto tipo de clientela que pretende demostrar su categoría. No es posible comprobar que se tratara de un pedido original con un programa definido por el cliente. El hecho de pertenecer al estilo millefleurs, tan común en el siglo XV, evidencia que se trata de una forma habitual y nada original, incluso monótona. Por último, la ausencia de hilos de metal desvincula la obra de los tapices de coste más elevado.
Con todo, el tapiz presenta una gran calidad técnica y un programa simbólico realmente novedoso. El halo de misterio que lo rodea aún puede sentirse en la sala monográfica que lo expone en el museo parisino de Cluny. Con las luces tenues y sobre muros de piedra aún parece que las figuras de finos hilos se mueven sobre el fondo florido…
Fuentes
BIATOSTOCKI, J., El arte del siglo XV: De Parler a Durero, Madrid, Ismo, 1998.
DORESTE GONZÁLEZ, D. M., “A propósito de algunas reinterpretaciones de La dame à licorne: ¿la sombra de Guillaume de Lorris es tan alargada?”, El texto como encrucijada: estudios franceses y francófonos, Vl. 1, (2004), pp. 76-96.
JOUBERT, F., La tapisserie médiévale, París, Musée National du Moyen Âge, 2002.
Para saber más
http://www.musee-moyenage.fr/media/documents-pdf/dossiers-enseignents/dossier-enseignants-musee-de-cluny-tapisserie-2012.pdf